marzo 03, 2012

No veo la salida

Isaías 48:21
"No tuvieron sed cuando los llevó por los desiertos;les hizo brotar agua de la piedra;abrió la peña,y corrieron las aguas".


Isaías aseguró al pueblo de Judá que Dios siempre provee una salida de escape.Aunque iban a ser deportados a Babilonia a causa de su maldad,Isaías profetizó que llegaría un día de liberación en que tendrían que salir apresuradamente.Pero no tenían que preocuparse.Así con Dios había provisto agua para los israelitas en el desierto,también proveería para ellos en su largo camino a casa.
Muchos de nosotros hemos vivido situaciones que parecían irremediables.No veíamos la salida,pero oramos y Dios abrió un camino.Hizo una jugada imposible.Podemos confiar en ÉL.Nunca nos fallará.Es su eterna misericordia  que nos mantiene ,nos perdona si nos volvemos a Él sinceramente, y si hemos de pasar por algún valle de sombras,el abrirá camino,allanara calzadas y hará brotar agua de la roca en tierra de sequedad.Yo se´que ÉL lo hace y lo hará.ÉL,mi Dios,es fiel.


marzo 02, 2012

El Liderazgo de Nehemías



Introducción

Dios utiliza aun a personas que no le conocen para realizar su obra, este es el caso del rey Ciro de Persia, del cual Isaías ya había profetizado (Is 44:28).
Sin embargo cuado selecciona a su gente nos encontramos con hombres como Zorobabel, Esdras y Nehemías que enfrentándose a dificultades luchan contra ellas para realizar la misión que Dios les ha encomendado. En este estudio vamos a ver la vidas de uno de estos hombres: Nehemías, los problemas a los que se enfrentó, y lo más importante, la forma en que actuó para llegar a su meta.
La historia empieza cuando Dios, cumpliendo con la profecía del profeta Jeremías (Jer 29:10), pone en el corazón y en la mente de su pueblo que se encontraba exiliado en Babilonia, el deseo de regresar a su tierra. Así con la ayuda del rey Ciro, inicia la aventura. Algunos deciden regresar, otros deciden apoyar a los que regresan.
Los primeros que regresan al mando de Zorobabel fueron alrededor de 49,907 personas (Esd 2:64). No era un grupo muy grande, pero fue el primero que se animó a salir y cumplir con el deseo que Dios había puesto en su corazón.
Todo el pueblo que había regresado estaba unido, era como un solo hombre, así que después de establecerse, lo primero que hicieron fue edificar el altar de Dios, para ofrecer holocaustos. Esto lo hicieron principalmente porque tenían miedo de los pueblos vecinos y querían el favor de Jehová. Y conforme con la voluntad del rey Ciro empezaron con la construcción del templo. En la construcción del templo surgieron conflictos, pero solamente nos enfocaremos en las situaciones vividas por Nehemías
Aproximadamente 58 años después, ocurrió el segundo regreso, esta vez dirigido por Esdras. Esdras pertenecía a la línea sacerdotal, había consagrado su vida a copiar y enseñar las Escrituras. El trabajo de Esdras se enfocó en poner una especial atención en la Ley de Moisés, dando mucho énfasis a su estudio.
Muchos consideran las reformas de Esdras como drásticas, ya que se apegó cien por ciento a lo que decía la Ley, cosa que en su momento fue necesaria para separar al pueblo de Dios de la idolatría que ahogaba a los demás pueblos y generar su identidad nacional.  
El tercer regreso: Nehemías
El Libro de Nehemías contiene la historia de los judíos que regresaron a Judá después de la cautividad Babilónica. Este alto funcionario en la corte persa de Artajerjes pidió el gobierno de Judá, para poder reconstruir los muros de Jerusalén. Llegó a Judá cerca del 446 a.C., casi 100 años después de que el primer grupo de exiliados había regresado. Nehemías despertó el entusiasmo de los judíos por el proyecto, firmemente resistió la oposición de gentes vecinas, y vio la ciudad santa otra vez rodeada por los muros. Con la ayuda de Esdras, Nehemías también implementó leyes del Antiguo testamento que la comunidad ignoraba.
Nehemías oró por el trabajo
Como copero del rey, Nehemías (un judío) mantenía una alta posición en la corte. Él estaba próximo al rey y podría compartir su confianza. Pero Nehemías no se olvidó de su pueblo, y preguntó acerca de Jerusalén. Las noticias eran inquietantes: El remanente sufría vergüenza, los muros estaban destruidos, y las puertas quemadas. En lugar de ser una ciudad de orgullo y gloria, era una ciudad de vergüenza y reproche.
Nehemías sintió inmediatamente carga por su ciudad. El hecho que él estaba a más de 1150 km de distancia no hacía diferencia; ni tuvo importancia que él disfrutaba lujo y prestigio en el palacio del rey. Él no dijo, "¡El aprieto en que se encuentra la ciudad no es mi culpa!" Por el contrario, inmediatamente su corazón fue tocado y él quiso hacer algo para salvar a su ciudad. Por cuatro meses (de diciembre a abril) él lloró y oró.
Nehemías era un hombre de oración. ¡El libro comienza y acaba con oración! Él oró noche y día, así de agobiado estaba por la ciudad. Nehemías confesó sus pecados y los pecados de su gente (al igual que lo hizo Daniel). Él también le recordó al Señor Sus promesas y entonces se ofreció a ser el siervo de Dios para hacer algo respecto al aprieto de Jerusalén. "¡Aquí estoy yo, Señor, envíame!"
Nehemías se prepara para el trabajo
Cuatro meses pasaron en los que Nehemías esperó para acercarse al rey. "El que creyere, no se apresure", dice Is 28:16. Ciertamente, la fe y la paciencia van juntos (Heb 6:12). Pero Nehemías tuvo en mente un plan, dado a él por El Señor, y sabía precisamente qué a hacer cuando fuera la hora correcta.
Nadie debía acercarse ante el rey con tristeza o con malas noticias, pero la carga en el corazón de Nehemías se revelaba en su cara. Él era un hombre de pesares, y el rey lo advirtió. Entonces él le dijo al rey todo. Él sabía que Dios abriría camino. Así es que Nehemías le dijo al rey su plan, lo que tardaría realizarlo y una lista de las cosas que necesitaría para hacer la tarea.
Nehemías y las ruinas
Le tomó tres meses a Nehemías llegar a la ciudad, y llegó como gobernador, no como un criado. Era un hombre paciente, ya que esperó 3 días antes de tomar cualquier decisión. Los enemigos observaban y Nehemías tuvo que ser sabio y cuidadoso. Más tarde él descubriría que algunos de los nobles de Judá estaban aliados con Tobías, el enemigo de los judíos. De noche investigaba la situación, sin decir nada. Él estaba despierto cuando los otros estaban descansando o dormidos. Él vio más acerca de la situación en la noche, que lo que los otros podían ver a la luz.
Nehemías no creía en un ministerio de un solo hombre; desafió a los líderes del remanente a que trabajasen con él (no para él) en reparar los muros. ¿El motivo? "Que ya no seamos un reproche". Él estaba preocupado por la gloria de Dios así como también por el bien de la nación. Nehemías les mostró la necesidad, perfiló la tarea, y les aseguró la bendición de Dios. Inmediatamente la oposición fue incitada (como siempre sucede), pero Nehemías supo que El dedo de Dios estaba con él y su trabajo.
Nehemías prospera en el Trabajo
El trabajo fue organizado y dirigido, con los líderes espirituales tomando la delantera y la gente cooperando. Dios tomó en cuenta a cada trabajador y escribió sus nombres en el libro. Cada uno tuvo un área específica de responsabilidad. Nadie puede hacerlo todo, pero toda persona puede hacer algo. Por supuesto, nunca se tendrá cooperación al cien por ciento; algunos de los nobles se rehusaron a participar.
Qué variedad de trabajadores: sacerdotes, gobernantes, mujeres, artesanos, y aun los judíos de otras ciudades. Algunos estuvieron dispuestos a trabajar extra. Algunos hicieron el trabajo en casa, y ahí es donde el servicio cristiano debe comenzar. Algunos trabajadores fueron los únicos de sus familias, y algunos otros fueron más entusiastas que los demás. Comparando con Esdras 10:31 algunos anteriores desertores tomaron parte en el trabajo.  
Las Puertas
Hay una lección espiritual definitiva en cada uno de estas puertas. La puerta de las Ovejas nos recuerda el sacrificio de Cristo en la cruz (Juan 10). Ésta fue la primera puerta reparada, porque sin el sacrificio, no hay salvación. La puerta de ovejas no tuvo cerraduras o barras, pues la puerta de salvación está siempre abierta para el pecador. Ésta es la única puerta que fue santificada, distinguiéndola como una puerta especial.
La puerta del Pescado nos recuerda acerca de ganar almas, siendo "pescadores de hombres" (Mr 1:17).
La puerta Vieja habla de los antiguos caminos y las antiguas verdades de la Palabra de Dios (Jer. 6:16 y 18:15). La gente del mundo anda siempre buscando "algo nuevo" (Hch 17:21), y se rehúsan a volver a las verdades básicas que realmente funcionan.
La puerta del Valle nos recuerda la humildad ante el Señor. En Filipenses 2, vemos a Cristo descender de las glorias de cielo al valle de la limitación humana y aun muerte. No disfrutamos el valle, pero a menudo Dios nos debe llevar allí para traer una bendición para nuestras vidas.
La puerta del Muladar, ésta es la puerta a través de la cual los desperdicios y la basura de la ciudad se sacaban. ¡Imagine qué difícil sería reparar una puerta en tal lugar! Ciertamente esto nos habla de la purificación de nuestras vidas (2 Cor. 7:1; Is 1:16-17). Más tarde algunos de los judíos se quejarían del escombro.
La puerta de la Fuente ilustra el ministerio del Espíritu Santo (Jn 7:37-39). Es interesante notar el orden de estas puertas: Primero, está la humildad (la puerta del Valle), entonces la purificación (la puerta del Muladar), y entonces la llenura del Espíritu (la puerta de la Fuente).
La puerta de las Aguas habla de la Palabra de Dios, la cual limpia al creyente (Ef 5:26; Sal 119:9). Esta es la séptima puerta mencionada, y el siete es el número bíblico de la perfección: la perfecta Palabra de Dios. ¡Esta puerta no necesitó reparaciones!
La puerta de los caballos presenta la idea de guerra. Ciertamente hay batallas en la vida cristiana, y debemos estar listos para pelear.
La puerta Oriental marca la idea de la segunda venida de Jesucristo (Mt 24:27). En Ezequiel 10:16-22, el profeta vio la gloria de Dios salir del templo por la puerta del este; pero más tarde (43:1-5) vio la gloria de Dios regresar "por la vía de la puerta que daba al oriente."
La puerta de Juicio habla del juicio de Dios. La palabra hebrea original significa "citatorio, comparecencia, reclutamiento". Conlleva la idea de tropas presentándose para la revista. Ciertamente Dios va a llamar todas las almas a juicio un día.
Al repasar estas puertas y su orden, se puede ver el esbozo del cuadro completo de la vida cristiana, desde la puerta de las Ovejas (la salvación) hasta el juicio final. ¡Gracias a Dios que el cristiano nunca tendrá que enfrentar un juicio por sus pecados! (Jn 5:24, Ro 8:1-2).  
La oposición
Donde quiera que la gente de Dios comienza a hacer la obra de Dios, habrá oposición. Un obrero de fe débil abandonará la tarea, pero una persona con resolución y confianza vencerá a la oposición y terminará la tarea. Nehemías fue tal persona.
La gente de Dios siempre tiene enemigos. En este caso, fueron Sanbalat, un funcionario público en Samaria; Tobías, el amonita; y Gesem de Arabia, quién es también llamado Gasmu (6:1, 6). Estos tres hombres malvados no pertenecían a la nación de Israel; de hecho, los Amonitas eran definitivamente enemigos de los judíos (Dt 23:3-4). Su primer arma fue el ridículo; se burlaron de los "débiles judíos" abiertamente ante los líderes de Samaria. Satanás es un burlador (Lc 22:63; 23:35-37). El ridículo es un dispositivo usado por gente ignorante que está llena de celos. Ellos se burlaron de la gente ("débiles judíos"), el plan ("¿Acabarán en un día?"), y los materiales ("¿Resucitarán de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas?"). ¿Cómo les respondió Nehemías? ¡Él oró a su Dios! Su preocupación fue sólo por la gloria de Dios y el testimonio de la nación, así es que no hay venganza personal en su oración. La gente trabajaba a la vez que oraba, pues la oración no es substituto para el trabajo. A Satanás le habría gustado ver a Nehemías dejar el muro y enredarse en una disputa con Sanbalat, pero Nehemías no cayó en la trampa de Satanás. Nunca permitas que el ridículo detenga tu ministerio; "Lléveselo al Señor en oración " y sigue trabajando.  
La fuerza
Lo que no puede lograr Satanás con el engaño trata de hacerlo por la fuerza. Sanbalat, Tobías, los árabes, los amonitas y los de Asdod, conjuraron contra los judíos. Es asombroso cómo el diablo no tiene escasez de mano de obra (Hay dos enemigos en 2:10, tres en 2:19, y una multitud entera en 4:7). Pero si Dios está con nosotros, entonces ¿quién puede ir en contra nuestra? ¿Cómo confrontó Nehemías este nuevo ataque? Él oró y puso guardia de día y de noche. Nehemías no dependió solamente de la oración; también actuó, poniendo guardia.   
El desánimo
La batalla se mueve ahora de afuera de la ciudad al interior. Satanás siguió este mismo método en Hechos 5-6 cuando usó a Ananias y Safira y a las viudas quejosas dentro de la comunión de la iglesia. Él también usó a Judas en las filas interiores de los apóstoles.
Qué desalentados estaban los trabajadores, con toda ese escombro dentro de la ciudad y el peligro acechando fuera. ¿Por qué se quejó la tribu de Judá? Quizá porque estaban en secreto en liga con Sanbalat (6:17). Cuando dijeron, "no somos capaces", realmente estaban dándole la razón a los enemigo. El desánimo y quejarse pone obstáculos al trabajo de Dios. Nehemías no puso demasiado atención a sus quejas; él se mantuvo construyendo, observando, y orando.  
El miedo
El miedo y la fe nunca pueden estar juntos. Había un rumor que el enemigo había difundido en relación a que sus ejércitos pronto invadirían Jerusalén. Los judíos que vivían fuera de la ciudad oyeron ese reporte y se lo llevaron a Nehemías hasta diez veces. ¡Qué persistentes pueden ser los trabajadores de Satanás! Finalmente, Nehemías colocó la guardia en los muros y animó a la gente a que no tuviera miedo. Sin embargo, el trabajo se detuvo (4:13-15) exactamente como el enemigo quería. Nehemías vio la locura de este plan, así es que puso nuevamente a los hombres a trabajar, un arma en una mano y una herramienta en la otra. También colocó una guardia especial con trompetas, pero no permitió que el trabajo se detuviera. Estos judíos son ejemplos de como debe ser un trabajador cristiano: Estaban con ánimo de trabajar (4:6), tenían un corazón para orar (4:9), un ojo para observar (4:9), y un oído para oír (4:20). 
El egoísmo
Hubo grandes cargas económicas en los judíos, no sólo por el hambre (Hageo 1:7-11), sino también por los impuestos y los tributos. Los judíos estaban siendo robados por su propia gente a través de hipotecas y servidumbre. ¿Cómo actuó Nehemías en esta crisis? Primero, se enojó porque su gente estuviera en tal declinación espiritual que se estuvieran robando el uno al otro. Él no lo vio no como un problema económico, sino como un problema espiritual. Consultó su corazón y ciertamente pidió a Dios sabiduría. Entonces reprendió a la gente, recordándoles acerca de la bondad de Dios para su nación. "Hemos sido dejados en libertad por El Señor, ¿ahora meterá el uno al otro en esclavitud otra vez?" Él apeló a las Leyes del Antiguo Testamento para que se restituyan las ganancias mal adquiridas (Ex 22:25). ¡Cómo disfrutó el enemigo ver a los judíos robarse el uno al otro (5:9)! Nehemías también apeló a su buen ejemplo como líder (v. 10). ¡La gente juró obedecer la Palabra, y lo hicieron!
El engaño
La gente volvió al trabajo, y así también lo hizo el enemigo. Esta vez Sanbalat y sus hombres apuntaron sus ataques hacia Nehemías, la cabeza. Mucha de la gente nunca se percata de las tentaciones y las pruebas que enfrentan los siervos de Dios día tras día. El liderazgo espiritual es una cosa costosa. Sanbalat invitó a Nehemías a una reunión amigable en la llanura de Ono, pero Nehemías se rehusó a ir. Los siervos de Dios apartados no se atreven a caminar "en el consejo del impío" (Sal 1:1). Tenga cuidado de las sonrisas del enemigo, pues Satanás es más peligroso cuando parece ser su amigo que en cualquier otro tiempo. Cuatro invitaciones vinieron y Nehemías las rehusó todas. "¡ Hago una gran obra y no puedo ir!" Quédate en el lugar de trabajo cuando Satanás te invita a que abandones la tarea, y Dios te bendecirá. 
La calumnia
La quinta vez que vino el mensajero, trajo una "carta abierta" llena de acusaciones calumniosas en contra de Nehemías y su gente. "Se ha oído"... es una de las armas del diablo. "Dicen " o " he oído" son frases que generalmente preceden chismes y mentiras. Nehemías inmediatamente expuso las mentiras de la así llamada "carta abierta". Su vida y su carácter refutaron cada mentira en la carta. El enemigo se ofreció a trabajar con los judíos (1-4); aquí (5-9), el enemigo quiso difamar el nombre de Nehemías. Nehemías otra vez oró por que Dios prevaleciera. Los siervos de Dios no pueden evitar lo que dice la gente acerca de ellos, pero pueden determinar qué tipo de carácter y testimonio tienen. Si Nehemías hubiera detenido el trabajo para defender su reputación, entonces los muros nunca hubieran sido construidos.
Las amenazas
Semaías se había encerrado en su casa, aparentemente asustado del enemigo, pero en realidad él trabajaba con el enemigo. ¿Por qué no estaba ayudando a los judíos en la construcción del muro? Es bueno ser cuidadoso con los que se llaman Cristianos que siempre tienen consejos pero nunca parece hacer algo para Cristo. Pablo advirtió acerca de hermanos falsos (2 Cor 11:26). Semaías mintió a Nehemías y trató de asustarle para que se escondiera. Nehemías entendió que era una estratagema y abiertamente refutó las mentiras de Semaías. Otra vez, él oró por la ayuda de Dios y regresó al trabajo.
Los muros fueron terminados en cincuenta y dos días. Y la gente trabajó durante la parte más caliente del año. Dios fue glorificado, el enemigo fue avergonzado, pero los judíos condescendientes estaban tratando de obligar a Nehemías a aceptar a Tobías.  
Proclamación de la Palabra de Dios.
Esdras regresó a Jerusalén para ayudar a Nehemías en la dedicación de los muros y la santificación de la gente. Es importante que se reuniesen en la puerta de las Aguas, ya que esta puerta simboliza la Palabra de Dios. La gente tuvo un apetito por la Palabra, pues le pidieron a Esdras que trajera el Libro y lo enseñara. Esdras leyó la Palabra y la explicó por muchas horas, ayudado por los Levitas. La gente lloró al oír la Palabra, con pena por sus pecados.
Proclamaron esta ley a todo lo largo de la tierra, y como la gente obedeció, hubo "alegría muy grande". Hay alegría en oír la Palabra, pero la alegría mayor está en obedecerla. Más adelante vemos a la gente aplicando la Palabra a sus vidas diarias.
La dedicación de los muros
Nehemías regresa nuevamente a la historia de los muros, la cuál se había interrumpido para contar sobre el trabajo espiritual bajo Esdras. Era necesario que los judíos entraran a vivir en la ciudad. Los líderes moraban en la ciudad, pero ahora querían que los ciudadanos se les uniesen, así es que echaron suertes para elegir uno de cada diez, aunque también hubo algunos voluntarios.
Esdras y Nehemías dividieron a la gente en dos grandes grupos, con Esdras dirigiendo uno y Nehemías el otro alrededor del muro. Fue un recordatorio, tal vez, de cuando Israel marchó alrededor de Jericó y se ganó una gran victoria. O también una oportunidad para públicamente agradecer al Señor por el trabajo logrado. La alegría de la ciudad se oyó a una gran distancia. ¡Qué día de dedicación! Cuando la gente dedicada se une festivamente a dedicar el trabajo de Dios, siempre experimentarán la bendición de Dios.
La condenación del malvado
Nehemías regresó a Babilonia por un tiempo, dejando el gobierno de la ciudad en manos de su hermano. Cuando regresó, descubrió que la gente había vuelto a sus andadas. Se encontró con que los hombres judíos habían repetido el pecado de casarse con mujeres extranjeras. De hecho, aun los sacerdotes habían pecado de este modo. Fue necesario que este valiente líder confrontara el pecado honestamente y lo juzgara.
Comenzó con la casa de Dios, donde descubrió que el sacerdote estaba aliado con el enemigo, Tobías. Es una cosa triste cuando los siervos de Dios hacen concesiones con los enemigos de Dios. El sacerdote inclusive había dado a Tobías una cámara en el templo y provisiones de la bodega del templo, comestibles que realmente pertenecían a los sacerdotes y levitas. Nehemías no perdió tiempo y echó fuera a Tobías y sus bienes, e hizo que se santificara la cámara del templo para su uso correcto.
Otro pecado fue el fracaso de la gente para sustentar a los sacerdotes y levitas. Malaquías dijo algo acerca de esto (Mal. 3). Nehemías reprochó a la gente y estableció un sistema confiable para que los sacerdotes lo siguieran. Siempre pidió la ayuda de Dios durante todo su ministerio.
La desobediencia acerca del día de reposo fue otro problema. Los trabajadores fueron ocupados en sábado, y los comerciantes realizaban ventas en sábado. Nehemías reprobó a los judíos por deshonrar el sábado, y cerró las puertas de la ciudad contra los vendedores el día de reposo.
Pero aun los Levitas fueron culpables de profanar el sábado. El sacerdocio había caído en pecados vergonzosos (Mal 1-2). A menos que los líderes de Dios den el ejemplo, la gente fácilmente desobedecerá a Dios. Claro, pudo ser que la falla de la gente en sustentar al templo obligara a los Levitas a trabajar en sábado para sobrevivir.  
Conclusión:
Nehemías había hecho su trabajo, pero sólo Dios podía bendecirlo y mantenerlo en funcionamiento. Nehemías un día moriría, y la gente le olvidaría. ¡Pero Dios nunca le olvidaría!
Nehemías ha probado ser uno de los libros favoritos de la Biblia, pues nos recuerda lo que un individuo comprometido de lleno con el Señor puede hacer en una sociedad, y destaca que un líder puede vivir una vida santa y afectar para bien las vidas de otros de manera permanente.  
BIBLIOGRAFÍA:
Los Libros Históricos, Pablo Hoff., Editorial Vida, EUA.
El Compañero para el Lector de la Biblia (The Bible Reader´s Companion), Lawrence O. Richards, Scripture Press Publications, EUA.
Bosquejos Expositivos del Antiguo Testamento (Expository Outlines on the Old Testament), Warren W. Wiersbe, Scripture Press Publications, EUA.
La Santa Biblia, Versión Reina-Valera, Revisión 1960, Sociedades Bíblicas en América Latina, Gran Bretaña.
El Liderazgo de Nehemías Pág. 9


Exhortación a la obediencia



.Proverbios 3 

1 Hijo mío, no te olvides de mi ley, 
Y tu corazón guarde mis mandamientos; 
2 Porque largura de días y años de vida 
Y paz te aumentarán. 
3 Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; 
Atalas a tu cuello, 
Escríbelas en la tabla de tu corazón; 
4 Y hallarás gracia y buena opinión 
Ante los ojos de Dios y de los hombres. 
5 Fíate de Jehová de todo tu corazón, 
Y no te apoyes en tu propia prudencia. 
6 Reconócelo en todos tus caminos, 
Y él enderezará tus veredas. 
7 No seas sabio en tu propia opinión; 
Teme a Jehová, y apártate del mal; 
8 Porque será medicina a tu cuerpo, 
Y refrigerio para tus huesos. 
9 Honra a Jehová con tus bienes, 
Y con las primicias de todos tus frutos; 
10 Y serán llenos tus graneros con abundancia, 
Y tus lagares rebosarán de mosto. 
11 No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, 
Ni te fatigues de su corrección; 
12 Porque Jehová al que ama castiga, 
Como el padre al hijo a quien quiere. 
13 Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, 
Y que obtiene la inteligencia; 
14 Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, 
Y sus frutos más que el oro fino. 
15 Más preciosa es que las piedras preciosas; 
Y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella. 
16 Largura de días está en su mano derecha; 
En su izquierda, riquezas y honra. 
17 Sus caminos son caminos deleitosos, 
Y todas sus veredas paz. 
18 Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano, 
Y bienaventurados son los que la retienen. 
19 Jehová con sabiduría fundó la tierra; 
Afirmó los cielos con inteligencia. 
20 Con su ciencia los abismos fueron divididos, 
Y destilan rocío los cielos. 
21 Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; 
Guarda la ley y el consejo, 
22 Y serán vida a tu alma, 
Y gracia a tu cuello. 
23 Entonces andarás por tu camino confiadamente, 
Y tu pie no tropezará. 
24 Cuando te acuestes, no tendrás temor, 
Sino que te acostarás, y tu sueño será grato. 
25 No tendrás temor de pavor repentino, 
Ni de la ruina de los impíos cuando viniere, 
26 Porque Jehová será tu confianza, 
Y él preservará tu pie de quedar preso. 
27 No te niegues a hacer el bien a quien es debido, 
Cuando tuvieres poder para hacerlo. 
28 No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve, 
Y mañana te daré, 
Cuando tienes contigo qué darle. 
29 No intentes mal contra tu prójimo 
Que habita confiado junto a ti. 
30 No tengas pleito con nadie sin razón, 
Si no te han hecho agravio. 
31 No envidies al hombre injusto, 
Ni escojas ninguno de sus caminos. 
32 Porque Jehová abomina al perverso; 
Mas su comunión íntima es con los justos. 
33 La maldición de Jehová está en la casa del impío, 
Pero bendecirá la morada de los justos. 
34 Ciertamente él escarnecerá a los escarnecedores, 
Y a los humildes dará gracia. 
35 Los sabios heredarán honra, 
Mas los necios llevarán ignominia.

Este capítulo es uno de los más excelentes de todo el libro, tanto por las razones que da para persuadimos a ser buenos como por las instrucciones que para ello nos ofrece.

I. Debemos ser constantes en el camino del deber, pues ese es el camino de la felicidad (vv. 1-4).

II. Debemos vivir dependiendo de Dios, pues ese es el camino de la seguridad (y. 5).

III. Debemos conservar el temor de Dios, pues ese es el camino de la sanidad (vv. 7, 8).

IV. Debemos servir a Dios con nuestros bienes de fortuna, pues ese es el camino de la prosperidad (vv. 9, 10).

V. Hemos de soportar con paciencia nuestras aflicciones, pues ese es el camino de la comodidad (vv. 11, 12).

VI. Hemos de poner toda diligencia en obtener la sabiduría, pues ese es el camino de alcanzarla (vv. 13-20).

VII. Hemos de gobernamos con las normas de la sabiduría, pues ese es el camino de la tranquilidad (vv. 21-26).

VIII. Hemos de hacer a nuestros prójimos todo el bien que podamos y ningún mal (vv. 27-35).

Versículos 1-6
Una vida de comunión con Dios produce inefables beneficios.

1. Hemos de observar continuamente los preceptos de Dios (vv. 1, 2), haciendo de ellos la norma de nuestra conducta. Y hemos de observarlos de todo corazón. Para animamos a sometemos a todas las restricciones y ordenanzas que nos impone la ley de Dios, se nos asegura aquí (v. 2) que ese es el camino cierto para la longevidad y la prosperidad. Ni aun los días de la vejez serán malos, sino días en los que hallaremos placer: «te añadirán...años de vida y paz». «Mucha paz tienen los que aman tu ley» (Sal. 119:165).

2. Hemos de recordar continuamente las promesas de Dios, que van anejas a los preceptos de Dios: «gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres» (v. 4) es promesa para los que obran con bondad y fidelidad (v. 3), ya que estas cualidades se atribuyen precisamente, con mucha frecuencia, a Dios (DL 7:9, etc.), pero aquí, como en 14:22; 16:6; 20:28 se atribuyen a los hombres (sin contar los lugares en que sólo el jesed-amor o bondad- está explícito). Toda persona piadosa busca, ante todo, el favor de Dios, aunque no haya de despreciarse la estima de los hombres (Est. 10:3).

3. Hemos de atender continuamente a la providencia de Dios, a fin de depender de él, con fe y oración, en todos nuestros asuntos. Hemos de fiarnos de Yahweh con todo el corazón (v. 5, comp. con Sal. 37:3, 5), no en nuestras propias opiniones, aunque nos parezca que el asunto es como camino trillado, cosa fácil para la que no necesitamos consejo de nadie. En todos nuestros caminos hemos de reconocerle (v. 6): tener comunión con él y reconocer su mano, poniéndonos en todo a su disposición, pues él hará derechas nuestras veredas, promesa que se repite en 11:5; 15:2 1 (comp. con Is. 45:13); nuestro camino será seguro y fácil, con un feliz resultado.

Versículos 7-12
Tenemos aquí tres exhortaciones, cada una de ellas corroborada con buenas razones:

1. Debemos vivir en humilde y respetuosa sumisión a Dios y a su gobierno (v. 7): «teme a Yahweh y apártate del mal», es decir, si temes a Dios te apartarás del mal, pues lo segundo es consecuencia de lo primero. Para animamos a vivir así en el temor de Dios, se nos promete (v. 8) que nos aprovechará incluso corporalmente como alimento para los músculos (lit, el ombligo) y para el tuétano de los huesos. Con el vigor del cuerpo, el espíritu adquirirá también mayor firmeza para tomar las resoluciones pertinentes; por otra parte, la prudencia, la templanza y la sobriedad, la calma mental y el buen gobierno de las pasiones, que la religión nos enseña, no sólo fortalecen la salud del alma, sino también la del cuerpo.

2. Debemos hacer buen uso de nuestros medios de fortuna, pues ése es el camino recto para incrementarlos (vv. 9, 10): «Honra a Yahweh con tus bienes, etc... y serán llenos tus graneros, etc». Las riquezas de este siglo son secundarias, frágiles, efímeras; sin embargo, aun en esto suele Dios bendecir al que honra a Dios, especialmente al que le honra con el buen uso de ellas. Nótese, sin embargo, como hace notar Cohen, que la recompensa que esas bendiciones materiales suponen no se presenta en la Biblia como un incentivo para la buena conducta. Por eso, dice el salmista (Sal. 1 l2:l) «Dichoso el hombre que teme a Yahweh, y en sus mandamientos (no en la recompensa) se deleita en gran manera».

3. Debemos conducimos rectamente bajo las aflicciones (vv. 11, 12). No hemos de menospreciar la reprensión(hebreo musar, el mismo vocablo de 1:8) de Yahweh; es decir, no hemos de tomarla a la ligera como si nada tuviese que ver con nosotros, sino que, viendo en ella un propósito benéfico de Dios, hemos de sacar de ella el beneficio que Dios intenta. No se nos pide que seamos estoicos, duros como piedras, a fin de que las aflicciones nos hagan menos daño, pero tampoco hemos de• sentir asco de ellas (ése es el sentido del verbo en hebreo, en vez de «fatigarse»), pues la aflicción es disciplina del Señor (comp. con He. 12:6-11), y él conoce de qué estamos hechos (Sal. 103:14) y hasta dónde podemos aguantar (1 Co. 10:13). No estamos hablando de una justicia vindicativa, sino de una corrección paternal para nuestro mayor bien.

Versículos 13-20
Dichoso el hombre que halla la sabiduría, la verdadera sabiduría, que consiste en conocer y amar a Dios, y en conducirse enteramente de acuerdo con su verdad, su providencia y su ley.

1. Qué sabiduría es la que hace feliz. Feliz es el hombre que, al hallar la verdadera sabiduría, la hace suya extrayendo entendimiento, como dice el original hebreo. No la tiene en sí, pero la extrae con el cubo de la oración de la fuente que ofrece generosamente sabiduría (Stg. 1:5). Se fatiga en ello, como quien extrae oro de una mina, porque le da un valor mayor que el de la plata, oro o piedras preciosas (v. 14). Es la perla de gran valor (Mt. 13:45, 46), por cuya adquisición bien vale la pena venderlo todo. «Compra la verdad», dirá después (23:23); no dice a qué precio, pero bien se da a entender que cualquier precio es bueno para obtenerla, antes que perderla.

2. La dicha de los que la hallan es una dicha trascendente, como podemos ver (vv. 14, 15, comp. con Job 28:15 y ss.). Es un saber para salvación eterna (2 Ti. 3:15), con la que no se puede comparar ningún bien de este mundo.

El universo entero no puede proveer el rescate de un alma que se va a perder por falta de la verdadera sabiduría. Los (vv. 16-18) vienen a explanar lo que ha dicho en el (v. 2). La sabiduría aparece aquí como una reina, repartiendo dones a diestra y siniestra a quienes son sus fieles súbditos. Ofrece longevidad en su mano derecha, pues da consejos y proporciona métodos para prolongar la vida (hasta la eternidad) y en su mano izquierda ofrece riquezas y honor. El sentido de este binomio se entiende mejor comparando este lugar con Ex. 28:2, 40 e Is. 35:2. El deleite (v. 17) que ofrece es de la mejor calidad, pues ningún placer de los sentidos puede compararse con el que las almas piadosas hallan en la comunión con Dios y en hacer el bien a todos. La mención del árbol de la vida (v. 18, comp. con Gn. 2:9) sugiere que es para el alma lo que dicho árbol habría sido para nuestros primeros padres si se hubiesen alimentado de él en lugar de comer del árbol prohibido (comp. también con Ap. 2:7; 22:2). Llega a ser una participación de la propia dicha de Dios (vv. 19, 20), quien con la sabiduría (8:22 y ss.) llevó a cabo la obra de la creación.

Versículos 21-26

1. Aquí se nos exhorta a tener siempre a la vista y en el corazón las normas de la piedad sincera (v. 21): «Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; que no se aparten de ellas tus ojos para irse tras la vanidad. Tenías siempre presentes, cultívalas y practícalas mientras vivas. Guárdalas en tu corazón como en cofre de tesoros, pues es ahí donde anidan la prudencia y la discreción».
2. El argumento para corroborar esta exhortación se toma de las inefables ventajas que nos proporciona la sabiduría (v. 22): «Y serán vida para tu alma (comp. con y. 18); te avivarán el sentido del deber y te fortalecerán durante tus aflicciones cuando comiences a sentirte débil y decaído. También serán gracia para tu cuello, como un hernioso collar de perlas o una cadena de oro. Entonces (v. 23) andarás por tu camino confiadamente, y tu pie no tropezará (comp. Sal. 91:12); caminarás bajo la protección de la providencia y de la gracia, mientras no seas tú quien se expone al peligro. El camino del deber es el camino de la seguridad. Ella te servirá de estupenda medicina contra los temores nocturnos a los ladrones, a los espectros, al fuego, etc. (v. 24) y aun contra el pavor repentino (v. 25), es decir, contra una experiencia aterradora que sobreviene de súbito, puesto que el Padre que vela por nosotros no duerme ni puede haber cosa alguna que le tome por sorpresa. El mejor remedio para tener una buena noche es tener una buena conciencia.

Versículos 27-35

Vienen ahora normas concernientes a nuestra relación con el prójimo.
1. Debemos dar a cada uno lo suyo, tanto lo que se le debe en justicia como lo que exige la caridad, y eso sin dilaciones ni excusas (vv. 27, 28). El contexto indica que se trata especialmente del prójimo pobre, a quien hay que dar lo que necesita sin hacerle esperar. Prometer para mañana (v. 28) lo que se puede dar hoy, además de ser injusto, es problemático pues nadie sabe si vivirá mañana ni el que debe dar ni el que necesita recibir. Este deber incluye: (A) El pago de deudas; (B) El pago de rentas y salarios; (C) La provisión para nuestros familiares necesitados; (D) Nuestra contribución tanto para la Iglesia como para el Estado; (E) La buena disposición para todo acto de amistad y humanidad, a fin de aliviar problemas y necesidades locales, nacionales y mundiales de toda índole.
2. Nunca hemos de tramar ningún daño contra nadie (v. 29), sobre todo cuando nuestro prójimo está confiado, es decir, no sospecha ningún mal de nuestra parte y, por ello, no se pone en guardia.
3. No hemos de ser foco de contención o discordia (v. 30); «No tengas pleito con nadie sin motivo». Es aquí donde el amor juega un importante papel (V. 1 Co. 13:4-7), pues no piensa mal. La mayoría de los pleitos perjudiciales surgen de sospechas infundadas, teniendo por mala intención lo que quizá fue inadvertencia. Ir a los tribunales debe ser el último recurso.
4. No hemos de envidiar la prosperidad de los malhechores (v. 31, comp. con Sal. 73:3), ni ceder a la tentación de imitarles. Para mostrar cuán pocos motivos tienen los santos para envidiar a los pecadores, Salomón compara, en los últimos cuatro versículos de este capítulo, la condición de unos y de otros: (A) Los santos gozan de íntima comunión con Dios, pero los perversos son abominables a los ojos de Yahweh. El que no odia nada de lo que creó, se ve en la necesidad de abominar a quienes de tal modo han corrompido lo que Dios hizo en ellos. Los más dulces y benditos secretos del amor de Dios son comunicados a sus amigos (comp. con Jn. 15:15). (B) Los santos, y su morada, descansan bajo la bendición de Dios (v. 33), aunque su morada sea simplemente un «aprisco de ovejas», como da a entender el original, mientras que la «casa» (de suyo, morada fija y permanente) del impío está bajo la maldición de Yahweh ¿De qué le sirve vivir en un palacio, si es un palacio maldito? (C) Aún lo que Dios da a los escarnecedores o burladores (v. 34), lo da burlándose de ellos. Este parece ser el sentido del original. En otras palabras, les paga con su misma moneda. En cambio, a los humildes les muestra siempre su favor, pues al que se humilla a sí mismo, no de palabra falsa, sino de obra sincera, Dios lo enaltece. (D) Los santos son los verdaderos sabios (v. 35), por lo cual recibirán respeto y aprobación de quienes saben apreciar la verdadera sabiduría, mientras que los necios en sentido moral (hebr. kesilim) terminarán en perpetua confusión e ignominia.