diciembre 27, 2011

La defensa de la fe: ¿Opción o mandamiento?


 Pablo Santomauro
La apologética es la rama de teología, cuyo objetivo principal es la defensa de la fe por medio de la razón y la evidencia. La palabra “apología” es de origen griego y simplemente significa “en defensa de . . .”  ¿Cuál es el papel de la apologética en el cuerpo de Cristo? ¿Debemos equiparnos para presentar defensa de nuestra fe cristiana? Algunos sostienen que la Iglesia sólo debe predicar el Evangelio.
Todo apologista serio reconoce que la primera misión de la Iglesia es de llevar el Evangelio a un mundo perdido (Mc. 16:15). En el transcurso de esta misión confrontaremos a personas que tienen objeciones al cristianismo. Muchas de estas personas son sinceras, pero nadie ha tomado el tiempo para contestar a sus objeciones adecuadamente y tal vez eso es lo que necesitan para hacer una decisión para Jesucristo.
Además, Pedro inspirado por el Espíritu Santo nos dice: “estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Ped. 3:15). La Palabra de Dios no solo nos insta a predicar el Evangelio sino también nos insta a presentar defensa. Salir a evangelizar sin tener respuestas a las objeciones cada vez más sutiles y antagónicas de un mundo en rebelión, es como ir a la guerra sin la espada.
La Biblia nos exhorta a contender por la fe (Jud. 3), entendiéndose que contender no significa ser contencioso. El Espíritu Santo obra cuando sabemos contender con amor, reverencia y humildad.  En la Biblia encontramos ejemplos de grandes apologistas, el apóstol Pablo fue un gran apologista de la fe cristiana. El entraba en las sinagogas para presentar el Evangelio, discutía con los judíos exponiendo poderosos argumentos (Hch. 9:20,22; 17:2; 28:23). Sus pupilos, Timoteo y Tito, recibieron instrucciones precisas de defender el Evangelio (2 Tim. 2:23-26; 4:2-5, Ti. 1:9-14).
La apologética no es entonces una opción, un pasatiempo o algo que satisface la naturaleza combativa de algunos individuos, sino que es un elemento fundamental de la Palabra de Dios y un mandato para todo cristiano. La apologética mantiene la pureza del Evangelio. No es un substituto para la fe ni toma el lugar del Evangelio, sino que es el compañero idóneo que va de la mano con el evangelismo. Tampoco reemplaza al Espíritu Santo, es simplemente un instrumento en sus manos.

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